Atractivos imperdibles en cada uno:trekking en el glaciar Perito Moreno, mountain bike en Talampaya y la Garganta del Diablo con luna llena, son algunos ejemplos. Los once Patrimonios de la Humanidad argentinos son un espectáculo digno de las experiencias que ofrecen, y acá elegimos las mejores para conocerlos.
Imperdibles, icónicos y – como si fuera poco – con valor histórico mundial. Los Patrimonios de la Humanidad de la Argentina son lugares con impronta propia que dejan una huella en el planeta. ¿Por qué? Por su importante componente cultural y natural, lo cual los sitúa dentro de la protección de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Algunos son Patrimonio desde hace muchos años – el primero fue el Parque Nacional Los Glaciares, Santa Cruz, en 1981 – y otros son más recientes – Parque Nacional los Alerces, Chubut, en 2017 -. Pero los une el mismo factor común: dotar al país de una herencia cultural que reafirma su posición como destino turístico.
El total de Patrimonios ya lo sabemos: son once y se despliegan por todo el territorio nacional. Ahora bien, ¿qué se puede hacer en cada uno de ellos? ¿Cómo aprovechar al máximo la visita a estos gigantes? Estas son algunas de las experiencias increíbles que se pueden vivir en los Patrimonios de la Humanidad.
1- Caminar sobre hielo en el Parque Nacional Los Glaciares
Un espectáculo teñido de celestes que atrae a más de 486.308 de turistas anuales. Ubicado en Santa Cruz, es el área más extensa de los procesos glaciológicos y su valor reside justamente en ese impacto natural. ¿El gran imperdible? Hacer trekking en el Perito Moreno, el más famoso del país. Ese que, año tras año, genera expectativa mundial por sus históricos desprendimientos. Siempre con guía de por medio, algunos tours habilitan vivir la experiencia patagónica desde adentro, con equipo especializado y el corazón acelerado por estar caminando por una masa de hielo legendaria. El recorrido incluye la navegación por el lago, una caminata entre fauna local y, finalmente, pisar el imponente Perito Moreno coronando el trayecto con un whiskey con hielo del glaciar.
2- Empaparse bajo los saltos de las magníficas Cataratas en el Parque Nacional Iguazú
La mayor manifestación de la fuerza de la naturaleza se vive en este Parque Nacional, en la Provincia de Misiones. Porque, además de Patrimonio de la Humanidad, en el 2011 las Cataratas del Iguazú se sumaron a la lista de las Nuevas Siete Maravillas Naturales del Mundo. No es sorpresa; sus espectaculares saltos de agua emocionan y son dignos de ser admirados. Tanto es así que la mejor forma de vivirlos es adentrándose en sus aguas. La Gran Aventura es justamente eso: una travesía de otro planeta que te acerca navegando al paraíso de aguas que forman parte del complejo. La excursión también involucra un contacto directo con la selva misionera en un trayecto al estilo safari que atraviesa el territorio. La aventura continúa en una navegación que permite empaparse en los saltos, con vistas a la increíble Garganta del Diablo.
Y, como el lugar lo amerita, hay una segunda experiencia para anotar, esta vez si la visita coincide con el ciclo lunar. ¿Por qué? Porque cuando hay luna llena se realizan excursiones nocturnas a la Garganta del Diablo para sentir aún más su fuerza iluminada por la luz lunar. La magia de la naturaleza en su máximo esplendor.
3- Adentrarse en un túnel de hielo en el Parque Nacional Los Alerces
Una experiencia de otro mundo tiene lugar en la Provincia de Chubut, al sur de la Argentina. El Parque Nacional Los Alerces fue considerado Patrimonio por la UNESCO en 2017, por su importante patrimonio de flora nativa, especialmente de alerces, árboles que decoran gran parte de la Patagonia. Más allá de caminar por todo el Parque para absorber la magia propia del sur, hay otra práctica todavía más tentadora: adentrarse en túneles de hielo que se forman en la cumbre del cerro La Torta.
¿En qué consiste? En una excursión que atraviesa bosques de lengas y, después de una hora de trekking, permite llegar a formaciones naturales cilíndricas de 100 metros de longitud y diez metros de diámetro. El fenómeno – que se puede disfrutar por poco tiempo, desde enero hasta febrero – surge por el derretimiento de capas de hielo que se acumulan durante el año y, por las temperaturas altas de la tierra en verano, empiezan a derretirse de abajo hacia arriba.
4- Ver ballenas en la Península Valdés
Un accidente costero rodeado de fauna y naturaleza. Un lugar que, sin dudas, es especial para el avistaje de animales, desde lobos marinos, pasando por pingüinos, aves, guanacos y la gran protagonista: la ballena franca austral. De hecho, esta región en Chubut es considerada uno de los destinos de avistamiento de ballenas más importantes del mundo. De junio a diciembre, distintas embarcaciones se adentran en el Océano Atlántico para, con la suerte de su lado, presenciar uno de los fenómenos más increíbles de contacto con el reino animal. Ballenas de tamaños monumentales se mueven por debajo de los botes y dan un espectáculo excepcional para todos los sentidos.
5- Vivir el carnaval, una de las fiestas más coloridas del país, en la Quebrada de Humahuaca
Un cañón nombrado Patrimonio en 2003 en la categoría paisaje cultural. ¿Por qué? La respuesta está frente a los ojos del turista que elige la Quebrada de Humahuaca, en Jujuy, como su destino: una postal impresionante con valles y montañas coloridas que se extiende 155 km por el Río Grande. Sus imperdibles están cargados de historia y colores: Purmamarca con su increíble Cerro de los Siete Colores, Tilcara y las Ruinas de Pucará, Humahuaca para vivir un pueblo norteño típico y la gran maravilla de la Serranía de Hornocal (también conocida como el Cerro de los Catorce Colores).
Además de regalar fotos de ensueño, en febrero la Quebrada es sede de una de las festividades más autóctonas de la Argentina: el Carnaval. Los pueblos se tiñen de colores vibrantes, máscaras y vestimentas típicas del norte para honrar a la Pachamama – la Tierra Madre – a través de música y bailes. Son ocho días a puro festejo que reflejan el folklore argentino a la perfección.
6- Hacer mountain bike en los Parques Naturales de Ischigualasto y Talampaya
Dos provincias que comparten un Patrimonio de la Humanidad desde el año 2000, en donde las estrellas son las formaciones geológicas y sus impresionantes colores rojizos. Ambos parques cobran relevancia científica por los hallazgos paleontológicos realizados en la zona, que registran rastros del Período Triásico de la Era Mesozoica. Esto significa que, quien visite estas maravillas, estará pisando la misma tierra que alguna vez pisaron los dinosaurios.
Además de las mil postales que concede el paisaje símil Marte- ¡a Ischigualasto se lo conoce como el Valle de la Luna! -, los aventureros también pueden tener su cuota de turismo específico en San Juan y La Rioja. ¿Cómo? A través de circuitos de mountain bike que recorren los kilómetros de murallas rojas naturales.
7- Disfrutar de un show de luces nocturno en las Misiones Jesuíticas Guaraníes
Declaradas Patrimonio de la Humanidad en 1984, fueron misiones que llevaron adelante los jesuitas en los siglos XVI y XVII para evangelizar a los guaraníes de la zona al catolicismo. En total son cuatro: San Ignacio Miní, Nuestra Señora de Loreto, Santa Ana y Santa María la Mayor. La que mejor se conserva es la primera, con su característico color rojizo y sus mil rincones atractivos para ojos fotográficos.
Obviamente se la puede visitar, caminar e incluso conocer el museo de la entrada que ilustra con mayor claridad la historia del sitio arqueológico. Pero la experiencia alternativa involucra proyector y sonido envolvente bajo la luz de un cielo estrellado.
De jueves a domingos, a las 20.30, hay una proyección de imágenes sobre las ruinas de San Ignacio que muestra las memorias del lugar y de los pueblos.
8- Dibujar la increíble Casa Curutchet, ícono de la arquitectura moderna en La Plata
Un reconocimiento para el padre de la arquitectura moderna en el corazón de la Argentina. Buenos Aires dice presente en el ranking de Patrimonios con una obra arquitectónica alucinante ubicada en La Plata, a 58 km de la capital.
¿En qué consiste esta maravilla? En una casa familiar inaugurada en 1953 y encargada por el Doctor Curutchet al arquitecto suizo Le Corbusier, que pensó la idea innovadora con un ojo visionario sobre materiales, estructuras y formas. Hoy en día es sede de las oficinas del Colegio de Arquitectos de la Provincia de Buenos Aires y también recibe a turistas curiosos que se animan a alejarse de la urbe y adentrarse en un universo arquitectónico único.
La actividad por excelencia acá – además de recorrer su interior blanco impoluto, con rampas y hasta un árbol que atraviesa la estructura – es sentarse frente a la fachada con papel y lápiz en mano y dibujar. Dejarse llevar por la misma creatividad que guió al artista a diseñar una obra que hoy sitúa a La Plata en el radar mundial. Muy arraigado a los estudios de la carrera de arquitectura, son muchos los estudiantes que se sientan a dibujar la Casa Curutchet.
9- Respirar arte rupestre en la Cueva de las Manos, Santa Cruz
Pinturas rupestres de más de 9300 años de antigüedad conservadas en perfecto estado. Esa es la mayor premisa que convierte a esta cueva en un patrimonio cultural único en el globo, registro de la vida de civilizaciones prehistóricas. El lugar en donde se emplaza termina de agregar mística a la visita, entre montañas y paisajes patagónicos. Lo que predomina – y llama la atención de miles de historiadores – son las 829 manos pintadas de distintos tamaños y colores a lo largo de todo el recinto.
Para seguir haciendo turismo, cerca de la cueva se accede a Tierra de Colores, un sendero de baja dificultad que regala una paleta de ocres, amarillos y rosas muy fotografiables. La perfecta combinación de historia, trekking y panorámicas.
Si el viaje se planifica para febrero, el imperdible es el Festival Cueva de las Manos, donde distintos músicos nacionales e internacionales brindan un show en honor al sitio arqueológico.
10- Viajar en el tiempo en la Manzana y Estancias jesuíticas cordobesas
Otro rastro del paso jesuítico por el país. En esta oportunidad, la protagonista es la capital de Córdoba, la segunda provincia más poblada de la Argentina. El itinerario comprende el llamado Camino de las Estancias Jesuíticas, en donde se recorre la manzana y las cinco estancias (Colonia Caroya, Jesús María, Santa Catalina, Alta Gracia y La Candelaria). Todas las coordenadas albergan edificios que evidencian el hecho histórico y el valor arquitectónico de las construcciones.
La Manzana Jesuítica, en el centro de la ciudad, incluye la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica, la Residencia, la Universidad y el Colegio Nacional de Monserrat. Las torres de la Iglesia, de estilo románico, se lucen de noche con su iluminación y dan el puntapié para conocer la cara nocturna de Córdoba.
Por otro lado, recorrer las estancias es embarcarse en un viaje hacia el pasado. Desde los museos en Colonia Caroya y Alta Gracia, pasando por los viñedos de Jesús María y el mayor conjunto arquitectónico edificado fuera de la ciudad en Santa Catalina. O el establecimiento rural de La Candelaria, a 150 km de la capital y sobre una planicie de altura conocida como “Pampa de San Luis”.
11- Fotear el Puente del Inca, un imperdible de Qhapaq Ñan
El Camino Principal Andino o Qhapaq Ñan, en quechua, es un trayecto que recorre más de 30.000 km y abarca seis países: Argentina, Colombia, Ecuador, Bolivia, Chile y Perú. Entró en la lista de los Patrimonios en 2014 por ser testimonio de la época de esplendor de la civilización inca y por conectar culturas, transporte, comercio y paisajes a través de un sistema vial increíble.
El territorio comprendido en nuestro país es de 119 km a lo largo de siete provincias distintas. Jujuy, Salta Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan y Mendoza tienen el privilegio de ser testigos de esta obra de la ingeniería icónica. Uno de los sectores más interesantes está en la Provincia de Mendoza y obtuvo fama internacional por ser un puente natural formado por la acción de aguas minerales y sedimentos: el Puente del Inca. Los recorridos por las distintas provincias proponen un viaje hacia tiempos precolombinos, cargados de historia, caminata y ruinas.