Como parte de las actividades del 70.° aniversario del fallecimiento de Eva Perón se proyectó anoche el cortometraje publicitario inédito «La Luna de miel de Inés», en el que actuó Eva Perón en 1938.
Participaron el ministro de Cultura de la Nación, Tristán Bauer; la presidenta del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón (INIHEP) – Museo Evita, Cristina Álvarez Rodríguez; el historiador Fernando Peña, quien identificó y restauró el documento fílmico y Sergio La Rocca, quien lo conservó junto a su hermano durante años.
La copia restaurada, que sirvió de máster para la digitalización, es una película de 35 mm. sobre base de nitrato, de cuya migración a formato digital se responsabilizó el Centro de Documentación Audiovisual y Filmoteca del INIHEP, comprometido en el rescate y puesta en valor del patrimonio audiovisual, fotográfico y sonoro.
“Agradecemos a la familia La Rocca por conservar esta joya durante tantos años, por valorarla y a Fernando Martín muchísimas gracias por restaurarla, la tarea que hacés es verdaderamente ejemplar. Es una deuda de la Argentina, estamos trabajando mucho para crear definitivamente una Cinemateca nacional para preservar nuestra memoria y para hacer lo que vos hiciste: digitalizar y poner a disposición de todos y todas nuestro cine. Solamente el cine puede retrotraernos en la historia. Vimos a Evita en 1938, su imagen que nos marcó a todos definitivamente. Pero sobre todo su ejemplo de vida», dijo Bauer.
«Este 26 de julio fue muy particular. Por un lado recordábamos los 200 años del Encuentro de aquel que venía liberando desde el Norte, Simón Bolívar, con nuestro General San Martín que en Guayaquil se estrecharon en un abrazo. Y un mismo 26 de julio conmemorábamos los 70 años de Evita. Conmemorar quiere decir traer a la memoria, recordar, traer al corazón. Al menos para mí, Evita comunica esos dos espacios. Esa vida tan breve y tan intensa al mismo tiempo. Y desde el corazón esa figura, esos discursos que parecían siempre al borde de la emotividad y de una trascendencia definitiva”.
Por su parte, Cristina Álvarez Rodríguez, directora del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón, expresó: “Junto a Marcela López, del Centro de documentación audiovisual y filmoteca del Instituto, hoy estamos presentando algo que para nosotros es súper importante: este centro audiovisual, este espacio de custodia, cuidado y promoción de un patrimonio audiovisual acerca de Evita, de la militancia política de las mujeres de la época y acerca del peronismo. Quiero también felicitar a este equipo del museo que ha trabajado mucho durante estos tres años.
«Cuando vi por primera vez este material tuve una conmoción y una emoción muy grande a nivel personal porque es ver una Evita que habíamos conocido en imágenes, en fotografías pero no en una película así, activa, hablando, promocionando su aceite Olavina, discutiendo con su maridito de aquel entonces que como bien dice Fernando, quizás era el destino de cuna pero no fue el destino de vida que ella construyó sobre sí misma. Evita desde joven se pensó libre y eso es lo más maravilloso que tiene, entre tantas otras cosas, como dar la vida para que millones fueran un poquito más iguales o para buscar la justicia social”, concluyó.
Fernando Martín Peña, historiador de cine que identificó y restauró el documento fílmico explicó cómo fue el proceso: “El material me llegó en 2019 y ahí tuvimos un problema porque el original en el que está impresa la película es relativamente peligroso si no se lo cuida como corresponde, es el nitrato de celulosa en el que se imprimió todo el cine hasta 1950, que transicionó a soportes más seguros. Lo ideal para preservarlo era hacer un duplicado en material nuevo de 35mm pero durante el macrismo se cerró el último laboratorio fotoquímico del país y aparte es una deuda pendiente en el que el ministro está trabajando, que es la falta histórica de políticas de preservación porque no tenemos cinemateca nacional. La idea siempre fue digitalizarlo para volverlo accesible pero también sigue siendo necesario tenerlo en fílmico para preservarlo. Decidimos enviarlo a un laboratorio de preservación que trabaja para la cinemateca portuguesa, que es muy profesional en su trabajo pero vino la pandemia. Como consecuencia de eso vinieron nuevas restricciones que hicieron que llevar ese material en aéreo fuese inviable. Entonces, aprendí mediante la vieja enseñanza de los coleccionistas de nitrato que decía que se podía “plastificar” el material quebradizo usando alcanfor, algo que hace muchos años ya no se utiliza para nada. Los pequeños saltos que se ven en la película son las reparaciones logrando no perder ni un solo fotograma».
«La Luna de miel de Inés» fue guardada durante décadas por la familia La Rocca, dueña de la distribuidora de cine I.N.C.A. Films de la Argentina. Sergio La Rocca narró el origen del descubrimiento de esta película: “Mi padre en la década del 30 incursionó como representante de una distribuidora fílmica. Esto lo descubro con el tiempo a través de sus archivos. De esa experiencia lo único que quedó fue una lata redonda que aparece a fines de los 40 en los desvanes viejos de las casas antiguas y mi hermano y yo le preguntamos a mi madre y ella dijo ‘Ah, esa es una película de Evita’”.
Sobre el material fílmico
«La Luna de miel de Inés” es un corto publicitario de 1938 que dura seis minutos, fue realizado por agencia de publicidad Linter y la dirección de M. Casenal. En los créditos del comienzo aparece mencionada otra empresa, denominada Prociton, que pudo ser la productora encargada de realizarlo. Los únicos protagonistas son Eva Duarte, como la mujer del título, y el actor Claudio Martino, como Ernesto, su flamante marido.
Fue protagonizado por una Eva Duarte de solo 20 años, quien representa a una mujer prototípica de la época, recién casada y esperando al marido que llega al mediodía para degustar los platos que diligentemente había preparado su joven esposa.
El material fílmico fue guardado durante décadas por la familia La Rocca, relacionada con distribuidora I.N.C.A. Films de la Argentina, y en 2019, a ochenta y un años de su realización, llegó a manos de Peña. Esta película recuperada es un testimonio exclusivo de los primeros años de la carrera de actriz de Evita, y algunos historiadores la consideran su debut ante las cámaras.