El Gobierno provincial en su permanente accionar para el posicionamiento de Corrientes como un destino de naturaleza, que se desarrolla a partir de conceptos claros de preservación y conservación de sus recursos, dio un paso fundamental con la reglamentación de la Ley de Guardaparques Correntinos. A partir de ello, este cuerpo jerarquiza sus funciones, conforme a las nuevas categorías y clases creadas.
Para el Gobierno de Corrientes el turismo es concebido como política de Estado, tal como lo plantea el Gobernador Gustavo Valdés, por lo que a partir de la implementación de la norma se afianza el compromiso para avanzar hacia la consolidación de nuestra provincia como un destino de excelencia. Este trabajo colaborativo con entidades proteccionistas y diferentes actores locales, permite un desarrollo equilibrado para alcanzar dicho objetivo, y se afirma como una provincia “productora de naturaleza”.
Al mismo tiempo, refuerza el esquema de tareas para el cuidado del medio ambiente, principal atractor en este tiempo de pandemia, donde Corrientes dispone de escenarios únicos con personal capacitado para el control de estos espacios naturales.
Mientras que el Comité Iberá, ente mixto que tiene como objetivo el desarrollo local a partir del turismo de naturaleza, trabaja con un Plan Maestro y un Plan Estratégico como vectores donde, precisamente la producción de naturaleza es el motor de desarrollo de más de 30 pueblos que rodean a los esteros correntinos.
Vale mencionar que, en el marco de las acciones impulsadas por el Ministerio de Turismo, cobra especial importancia la Reglamentación de la reciente Ley de Guardaparques, y a su vez posibilita que el personal que cumple funciones en zona de reservas desempeñe un rol específico. Permite además que el acceso turístico a nuestros parques se brinde con atención cálida por cada uno de nuestros representantes, con la excelencia que el turista merece y, además para que nuestra flora y fauna sea protegida.
Custodios de nuestra naturaleza
La creación de la Reserva Natural del Iberá en 1983, trajo consigo la necesidad de dotar a la novel área protegida de personas que se encargaran de trabajar para restaurar su patrimonio natural. Se necesitaba del conocimiento profundo del lugar, por lo que fueron convocados los principales mariscadores, y el 11 de mayo de ese año iniciaron formalmente la tarea de devolver al Iberá su esplendor natural.
Con el paso del tiempo, este cuerpo se fue incrementando con hombres y mujeres de Corrientes que se consagraron a la silenciosa tarea. El control y la fiscalización de las actividades en el área protegida, el monitoreo de la fauna y la flora, así como la educación e interpretación ambiental, son parte de su día a día.