¿Hay algo más lindo que desbloquear nuevas experiencias? Es que las primeras veces tienen ese no sé qué. Se viven con la inocencia de un niño. Sorpresa constante. Nos conectan con la magia de no saber qué viene después. Son el choque justo entre expectativa y realidad. Una realidad que tantas veces se supera. Estar por Argentina es eso, conectar una y mil veces con momentos que sobrepasan cualquier tipo de relato que pudo haber sido contado. Ojos abiertos y sensaciones a flor de piel.
Ahora bien, ¿cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? Si la respuesta no está clara, la solución es viajar al país del Fin del Mundo y seguir leyendo. El resto lo resolvemos nosotros. Un solo consejo: preparate, porque dicen que la realidad supera la ficción y Argentina también.
Sentir, ver y bailar tango
La sensualidad en su máxima expresión. Dicen que uno de los errores más comunes a la hora de bailar tango está en pensarlo demasiado. Y sí, porque la danza del 2×4 es puro sentimiento. Homero Cerecedo Exelente, un famoso poeta mexicano, afirmó que hay más verdad en el tango que en los libros de historia. Tan cierto. No se baila, no se ve, no se canta: se siente.
¿Dónde se puede apreciar la danza del corazón? San Telmo es su cuna y las calles empedradas el escenario principal. El ritmo milonguero que se percibe en el aire y la Plaza Dorrego, tan solo la segunda más antigua de la ciudad, es el punto clave de los dúos tangueros. Sede, además, de una gran feria que los domingos se va desde Humberto Primo y Defensa hasta Parque Lezama y parte del Pasaje Giuffra. Obviamente, si lo que se quiere es poner en práctica la emoción del baile, hay que visitar una milonga.
Darle un aplauso al asador durante un asado local
Si hay que festejar: asado. Durante la previa de un partido importante: asado. Un domingo al mediodía: asado. El amor por la parrilla es casi condición entre los integrantes del Fin del Mundo, porque “la parri” se postula desde siempre como sede de encuentro entre seres queridos. Una primera vez de la mano de un manjar, ¿es este el combo que cualquiera necesita en su paso por suelo celeste y blanco? La respuesta es sí.
El asado incluye cortes de carne variadas; vegetales que van desde papa, morrón con huevo, cebolla, batata y más; provoleta que se traduce en queso provolone derretido y condimentado; y achuras, entre ellas el choripán que podría definirse como sinónimo de felicidad y según la revista británica The Taste Atlas uno de los cinco mejores sándwiches del planeta. Qué bebida acompaña, se preguntarán. Puede ser vino, birra (así le dicen los locales a la cerveza) o Fernet (un típico trago de origen italiano que se reversionó en Argentina y hoy se mezcla con Coca Cola).
Pero, ¿qué es eso del aplauso al asador? Asar para público argentino es todo un ritual. No es maña, es práctica. Quien tome la posta como chef será honrado por sus comensales con un aplauso sentido y agradecido.
Degustar el sabor del Malbec
Y si lo hicieses en Mendoza – la capital nacional del vino y mayor productora del elíxir de uvas del país – sería una primera vez insuperable. Sobre todo contemplando las maravillosas postales que regala el abrazo de la Cordillera de los Andes. Acá nada es al azar, porque si sucediese en Argentina estamos hablando del país líder de la producción malbequera del mundo y dueño de algunas de las bodegas más relevantes de la escena mundial. Sin ir más lejos, Zuccardi Valle de Uco permanece hace tres años en el primer puesto como la mejor bodega del mundo según el ránking The World’s Best Vineyard.
Entonces. Decíamos: estás en Mendoza, servís una copa, sonreís y apreciás el color de la uva. Para llegar a la perfección, maridás con excelente compañía y gastronomía soberbia. ¿Cómo qué? Asado y su tapeo previo (mejor llamada picada), pasta y quesos fuertes como el azul o roquefort. Y, claro, para finalizar con chocolate.
Tener una charla con amigos y mate en mano
Messi, el tango, el asado, el dulce de leche, Diego Armando Maradona y el mate. Hay íconos inconfundibles que gritan Argentina aunque el mapa no marque suelo albiceleste. Porque, ¿cómo se reconoce a un argentino en tierras internacionales? Por su mate bajo el brazo, claro. Y si a la ecuación se le suman amigos, más todavía.
¿Qué es? Una infusión hecha de yerba mate que se toma popularmente con agua a 80 grados y sin endulzantes. Por supuesto, la tradición marca la regla pero hay quienes hierven el agua y le agregan azúcar. Dicen que sobre gustos no hay nada escrito y el mate lo demuestra a diario. ¿Cuál es la magia de esta bebida verde? El sabor del encuentro. Porque si nos ponemos filosóficos, el mate es mucho más que la bebida de turno. Es un compañero. A la mañana, a la tarde, algunas horas antes de cenar y hasta en plena madrugada para impulsar una larga noche de estudio. Nunca es mal momento para probarlo porque jamás importará qué horario marque el reloj.
Ahora, si el mate es compañero suficiente, ¿por qué te recomendamos tomarlo en un encuentro con amigos? Porque ahí está su verdadero encanto. Hacerlo en grupo es conectar una tradición histórica con un gran momento de amistad. Porque así como el tango tiene su ritmo, el mate también y marca su paso de mano en mano casi como el micrófono necesario para tomar la palabra.
Vivir un superclásico
España tiene Real Madrid vs Atlético; Brasil, Flamengo vs Fluminense; Reino Unido, Liverpool vs Manchester United; ¿y Argentina? Argentina tiene el superclásico.
¿De qué se trata? Tan solo la dupla rival histórica del fútbol argentino. Un duelo donde por 90 minutos el país entero sincroniza el juego del balón. Pocas cosas desatan la pasión como el grito de un gol en pleno Boca a River. Según The Observer – diario inglés – es uno de los 50 espectáculos deportivos que hay que ver antes de morir. Además lo catalogó como una de las experiencias deportivas más intensas del mundo. ¿Estarías dispuesto a comprobarlo?
Subirse al tercer tren más alto del mundo
Hace 50 años que el Tren de las Nubes regala postales y momentos únicos para los afortunados que decidan emprender su viaje por el norte argentino. Su nombre adelanta la experiencia y – por supuesto – es digna de tacharse en cualquier itinerario por la provincia de Salta. Recorre 216 kilómetros a través de túneles, viaductos, puentes y elevaciones. Está ubicado a 4220 metros sobre el nivel del mar. Vertiginosos: abstenerse. Entre las imágenes más icónicas, destaca el tramo del Viaducto La Polvorilla, una obra de ingeniería supina que pesa 1600 toneladas, tiene 224 metros de longitud y atraviesa la Ruta 40, uno de los tramos más icónicos del país. No hace falta seguir listando motivos, esta primera vez quedará marcada en la memoria.
Ser testigo de la inmensidad de una ballena franco austral
La Patagonia sabe y mucho de fauna marina. ¿Una joyita? Puerto Madryn – más específicamente Península Valdés que desde 1999 se declaró como Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. Tiene sentido, pues es uno de los accidentes costeros más extraordinarios del mundo. Y se ve que no solo los humanos son conscientes de su maravilla, porque desde agosto y hasta abril inclusive todo tipo de animales la eligen como sede de visita: lobos marinos, delfines, ballenas y orcas, entre otros. Solo un consejo: paciencia. El avistaje demanda tiempo y nada mejor que disfrutar del proceso.
Ahora bien, ¿cuál es la figurita favorita? La ballena franca austral, claro, que recibe visitas desde todas partes del mundo. Tiene sentido, porque su baile acuático es un espectáculo que hace valer los kilómetros recorridos y que no siempre se deja ver. Pero, si hay una locación clave para desbloquear esta experiencia nada mejor que Península Valdés que recibe la mayor población reproductora de la especie en peligro de extinción. ¿Cuándo? En agosto y septiembre.
Maravillarse con un desprendimiento de glaciar
Masas de hielo milenarias. El tercer manto de hielo más grande del mundo (después de los polos, claro). Aguas heladas y un sinfín de celeste y blanco que se camufla con el color del cielo. La Patagonia argentina tiene muchísimos encantos y sus glaciares, sin duda, son uno de ellos. De hecho, el Parque Nacional Los Glaciares en Santa Cruz es Patrimonio de la Humanidad desde 1981. Su joyita, el Glaciar Perito Moreno, es un oasis helado que año tras año llama la atención de turistas del mundo entero. ¿Por qué? Porque sus desprendimientos anuales son hipnóticos. Porque te conectan con la inmensidad de la naturaleza y la pequeñez de los problemas. Porque verlo al menos una vez en la vida es condición para entender a la madre naturaleza.