El músico tucumano murió a los 81 años en Francia. Fue un incansable luchador por la paz y los derechos humanos. «Quiero pelear con la música contra quienes quieren sojuzgarnos», solía decir el fundador de «Música Esperanza», una iniciativa con la que llevó su arte a los sectores más castigados de la sociedad. Debió exiliarse en 1976 a raíz de las persecuciones de las que fue objeto por la dictadura cívico militar. Fue encarcelado en Uruguay por la dictadura donde fue torturado durante dos años.
Miguel Ángel Estrella, destacado pianista y exembajador argentino ante la Unesco, falleció a los 81 años en Francia.
«La Delegación Argentina ante la Unesco lamenta anunciar el fallecimiento de Miguel Ángel Estrella, quien fue Embajador de Argentina ante la Unesco y Embajador de Buena Voluntad de la Unesco, pianista y fundador de la ONG Música Esperanza», informó hoy en su cuenta de Twitter la representación de la República Argentina ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Su militancia estuvo centrada en llevar la música y a los autores clásicos a todos los sectores de la sociedad a través de «Música Esperanza», una idea que surgió en su mente mientras estaba prisionero de la dictadura y era torturado.
«Me propuse hacer música contra la locura y la tortura del poder. Quiero pelear con la música contra quienes quieren sojuzgarnos», dijo en una de las charlas que solía dar para transmitir su experiencia, con la mirada siempre puesta en la paz y la inclusión.
Estrella nació en San Miguel de Tucumán, y tuvo la revelación del piano a los 12 años al descubrir a Chopin, cuando su padre lo llevó a un concierto de la orquesta sinfónica de esa ciudad.
Su vida, su lucha, la tortura y el exilio
Miguel Ángel Estrella comenzó a tocar el piano a la edad de doce años en su ciudad natal, San Miguel de Tucumán. A partir de los 18 años estudió en el Conservatorio Nacional de la ciudad de Buenos Aires. Posteriormente estudió en París (Francia), donde fue discípulo de Marguerite Long y Nadia Boulanger, entre otros.
Nuevamente en Argentina, debió exiliarse en 1976 a raíz de las persecuciones de las que fue objeto por parte de la última dictadura cívico-militar (1976-1983). Poco después de salir del país fue secuestrado y torturado por grupos paramilitares en Uruguay; lo llevaron de los pelos a una casa clandestina cercana al Aeropuerto de Carrasco, donde lo torturaron con picana y colgándolo de una roldana. Luego fue llevado a un penal donde estuvo más de dos años encerrado, y que por una siniestra ironía los militares orientales se empeñaban en llamar “Libertad”. Allí le quebraron las manos como forma de castigo, y lo amenazaron con cortárselas: «durante seis días me ataban las manos a la espalda y me hacían el simulacro de cortármelas con una sierra eléctrica», contó Estrella. Fue liberado gracias a la presión internacional ejercida por artistas y pensadores de renombre mundial: lo salvó una gigantesca campaña internacional, conducida, entre otros, por los grandes músicos Nadia Boulanger y Yehudi Menuhin. La Unesco, curiosamente, jugó un papel decisivo para salvarle la vida.
Miguel Ángel Estrella
Además de ser un músico talentoso, Estrella era un militante por la paz. En 2003 fue nominado embajador argentino en la Unesco y en 2009 fue miembro del jurado del Tribunal Russell sobre Palestina.
Fue nominado Caballero de la Legión de Honor en Francia y en 2013 el Senado argentino lo distinguió por su carrera y su defensa de los derechos humanos. En 2014 recibió el premio Danielle Mitterrand de la Fundación France Libertés.
Fotos: Télam