Carmen de Areco, antiguo pago fundado a principios del siglo XIX en la provincia de Buenos Aires, guarda consigo un excepcional folclore y tradiciones locales. Abrazado por el horizonte verde, estancias añejas y la amabilidad de sus habitantes, este lugar es garantía de descanso en paisajes naturales formidables.
Una estancia que enamora
El caserón del año 1860, protegido por árboles viejísimos, invita a una experiencia de relajación y conexión con el campo. Se trata de Santa Clementina, ubicada a solo trescientos metros del río Areco, donde las caminatas, bicicleteadas y la compañía de animales de granja cobran protagonismo.
“La gente se conmueve con la paz de la naturaleza”, relató su propietaria, Sandra Hriobó. Esta vecina carmeña, acompaña a las y los turistas a conocer la historia del lugar y a sentir el ambiente rural.
En la edificación que conserva la estética de la época con construcciones en barro y mucha altura, el eco de las voces retumba entre un laberinto de habitaciones, una gran cocina, salas gigantes y una biblioteca cargada de libros que encantan con sus misterios a quienes se acercan.
Los colores de las mañanas y los atardeceres, el portón añoso de entrada y el contrafrente funcionan como abrigo en el paisaje campestre.
Por su cercanía con el río, en épocas coloniales allí funcionaban varias postas del Camino Real del Alto Perú hacia el norte.
Las estancias tenían miradores para controlar que los malones no pasaran sus fronteras. Muy cerca estaban los pueblos originarios Querandíes.“Muchos huéspedes suben para observar un mágico cielo de estrellas en un entorno que es escenario de varios cuentos locales”, detalló Hriobó.
Estos relatos convocan a reflexionar sobre cómo se fundaron muchas de las localidades bonaerenses.
Otro destacado del predio es la vieja capilla construída a principios del siglo XX por petición del primer obispo de Mercedes, Monseñor Serafini y reconocida bajo el papado de Pío XII. Los caminos de Areco eran tierras de peregrinación gaucha, por eso la envergadura de este oratorio establecido en el paso y visitado por todos los pueblerinos y turistas desde entonces y hasta la actualidad.
El aire de campo y los recorridos históricos que enseñan lo valioso de conocer los orígenes y la cultura a través de sus estampas, son símbolos de Carmen de Areco. Y en la casona Santa Clementina que abrigó las camas de antaño con sus mantas artesanales, solo faltan tus pijamas de viaje cuando inicies tu próxima aventura por los destinos turísticos de la provincia de Buenos Aires.