El 4 de enero de 1974, la ciudad se vio felizmente sorprendida por la inauguración de una de las obras que, con el correr del tiempo, se convertiría en ícono de la actividad turística de Bariloche: llegar a la cumbre del cerro Otto, a 1405 metros de altura s.n.m, mediante uno de los medios de elevación más modernos en esos tiempos y de mayor seguridad en el transporte de pasajeros: el Teleférico Cerro Otto.
Esta obra fue producto del deseo de un hombre que, tras haber atravesado una infancia con muchísimas carencias en Santa Fe, donde habitaba junto a su familia en un tradicional conventillo de época, se mudó a Buenos Aires, y rápidamente se convirtió en un exitoso empresario textil. Su nombre: Boris Furman (24 de junio 1916 – 13 de abril 2007).
En el año 1969 Furman viajó a San Carlos de Bariloche y ascendió hasta la cima del Cerro Otto, donde imaginó la instalación de un medio de elevación. Apenas cinco años después, el 4 de enero de 1974, el sueño era una realidad.
El medio de elevación, el teleférico propiamente dicho, fue adquirido a la firma Rudolf Kienast, con sede en Austria, país que se destacaba por su ingeniería de avanzada en transportes de pasajeros en altura. El sistema de “manzanitas”, como rápidamente comenzó a llamárselo, se convirtió en un ícono turístico de Bariloche.
Pronto, y a raíz de la cantidad de gente que accedía a esa excursión, Boris Furman fue por más. Y como su imaginación no tenía límites, decidió construir una Confitería Giratoria. Sí, en las alturas; justo en la cumbre misma. Y así nuevamente el destino turístico Bariloche se vio beneficiado con la que fue, durante décadas, la única en su tipo en Sudamérica.
Luego creó la Galería de Arte, adquiriendo las copias exactas, en tamaño real y certificadas por el gobierno de Italia, de El David, La Piedad y El Moisés, del artista italiano Miguel Angel Buonarroti que permanecen allí en exposición permanente.
Como soñador y filántropo, en vez de acumular sus ganancias, Boris Furman decidió constituir la Fundación Sara María Furman, con el único objetivo de ayudar al prójimo, a quien le donó la totalidad del patrimonio de lo que inicialmente fue Cerro Otto S.A., para que a su vez ésta donara también la totalidad de los excedentes que generaba el Teleférico a tres entidades de bien público: la Asociación Cooperadora del Hospital de Bariloche y dos entidades de la colectividad judía de Buenos Aires.
El emprendimiento fue convirtiéndose rápidamente en un verdadero complejo recreacional, destinado a todo público. La nueva Dirección del Complejo Turístico sumó actividades hasta llegar a instalar, en 2007, el Funicular de la Cumbre, un medio de transporte en la cima de la montaña, diseñado, construido y operado por profesionales de Bariloche.
Después de años de constante trabajo y esfuerzo, el Teleférico y sus instalaciones se fueron modernizando, tanto en la electrónica como en los sistemas electromecánicos, y las instalaciones y servicios en la cumbre, cumpliendo normas internacionales que mejoran su competitividad. Esto ha permitido aumentar el monto de las donaciones, al punto tal de llegar a la cifra récord e inédita de 400 millones de pesos, correspondiente al último ejercicio (2023), distribuida entre las tres instituciones beneficiarias.
Estas donaciones son posibles porque Teleférico Cerro Otto sigue siendo una de las excursiones más visitadas de San Carlos de Bariloche. En este medio siglo, millones de personas han sido trasladadas hasta la cima en el medio de elevación y han disfrutado de la infraestructura, los servicios y el incomparable paisaje que se observa desde las alturas.
Este 4 de enero 2024 Teleférico Cerro Otto celebra 50 años de vida. Jóvenes 50 años; porque la decisión de la Dirección Ejecutiva, a cargo de Oscar Borrelli, y del Consejo de Administración de la Fundación Sara María Furman, apuestan a seguir creciendo y a reforzar lo que el complejo turístico recreacional es hasta hoy: un sello distintivo del destino Bariloche.
Teleférico Cerro Otto, la excursión en la que el placer tiene un fin solidario!!!