Los Gobiernos tienen el deber de anteponer el bienestar de sus ciudadanos, pero, al mismo tiempo, tienen también la responsabilidad de proteger los medios de vida de esos ciudadanos y de proteger a las empresas.
Todo ello va unido a la responsabilidad de preservar el espíritu de solidaridad internacional que ha caracterizado nuestra respuesta a esta crisis común, una respuesta que ha incluido a las instituciones internacionales, a la sociedad civil en general y a los ciudadanos en particular.
Una y otra vez, la pandemia nos pone a prueba y demuestra que somos más fuertes cuando actuamos juntos y no aislados.
Una y otra vez, la pandemia nos pone a prueba y demuestra que somos más fuertes cuando actuamos juntos y no aislados.
Las medidas unilaterales pueden crear confusión y traer consecuencias innecesarias. Más aún, pueden socavar la confianza pública, un bien valioso para cuyo restablecimiento hemos trabajado duramente en estos meses difíciles.
Para ser claros, encontrar el equilibrio entre la preocupación por la salud pública y el apoyo a un sector del que dependen millones de personas no será fácil. Estamos en territorio inexplorado. Sin embargo, puede hacerse, como se está demostrando actualmente en muchos lugares.
En una visita oficial a las Islas Canarias, la OMT comprobó de primera mano que la reactivación del turismo puede gestionarse con responsabilidad. Durante la visita de esta semana a las Islas Baleares estamos viendo también cómo la aplicación de protocolos estrictos de salud e higiene acompaña a la reapertura de los destinos turísticos.
Desde el inicio del brote de COVID-19, la OMT ha estado llamando a los Gobiernos a colaborar entre ellos y con el sector privado para reimpulsar el turismo. Ahora que comienza la temporada de verano en muchos países europeos en los que el turismo genera 27 millones de puestos de trabajo y apoya a numerosas empresas grandes y pequeñas, reiteramos nuestro llamamiento.
Los destinos, el sector turístico y sus millones de empleados han estado preparándose durante los pasados meses para recibir a los visitantes. Las autoridades públicas también han logrado avances significativos en materia de prevención, detección y rastreo. Los retos a los que nos enfrentamos a principios de año persisten, pero hemos aprendido lecciones importantes y estamos ahora más preparados. Así ocurre en especial en el turismo, probablemente uno de los entornos más seguros en estos momentos por ser un sector centrado en las personas y su bienestar.
Aún no es demasiado tarde para asegurarnos de que, antes de que acabe la temporada alta, se recuperen los beneficios económicos y sociales que el turismo lleva tanto tiempo aportando. Para ello, no obstante, necesitamos aún más cooperación y que las medidas, tanto individuales como conjuntas, sean razonadas y proporcionales.