Con paisajes que parecen salidos de un cuento, en donde los vibrantes colores del otoño se fusionan con el impoluto blanco de las primeras nevadas, la Cordillera rionegrina cuenta con una serie de propuestas accesibles para disfrutar la calidez del sol al aire libre y maravillarse con algunos de los sitios más encantadores de la región en la antesala de la llegada del invierno.

Postales inigualables

En un atrapante paseo que comienza en el centro de la ciudad y bordea la margen sur del lago Nahuel Huapi, la excursión por el Circuito Chico que atraviesa la histórica Avenida Bustillo se convierte en una experiencia imperdible de conocer la ciudad para aquellos que cuenten con movilidad. Este recorrido incluye en su extensión varios puntos panorámicos excepcionales para apreciar la magnitud y los encantos de la localidad, así como también permite llegar a lugares emblemáticos como el Hotel Llao Llao, el parque que lleva el mismo nombre y la capilla San Eduardo, cuya arquitectura se integra con la naturaleza circundante.

La ciudad andina también resguarda otros encantadores lugares que pueden conocerse y recorrerse durante el día, como el Complejo Teleférico Cerro Otto, reconocido por su teleférico y su confitería giratoria desde la que se pueden apreciar las más inigualables vistas del entorno barilochense; o el Cerro Campanario, que implica una salida imprescindible para los amantes de los paisajes y la fotografía ya que aporta increíbles vistas panorámicas de los lagos Nahuel Huapi y Perito Moreno, la laguna El Trébol, las penínsulas San Pedro y Llao Llao, la Isla Victoria y los cerros Otto, López, Goye, Catedral y Capilla.

Naturaleza en estado puro

Aquellos que tengan poco tiempo para visitar la región encontrarán entre las opciones más tentadoras la posibilidad de visitar Dina Huapi, un poblado inmerso donde la estepa rionegrina y la Cordillera de los Andes se fusionan, conteniendo a tan solo 15 kilómetros de Bariloche, una cautivadora oferta que incluye recorridos en bici o a pie por los cerros de cercanía que permiten adentrarse en los particulares encantos que guarda este rincón de la provincia y deslumbrarse con la vegetación típica del lugar. 

Villa Llanquín también conforma una alternativa más que interesante y digna de conocer. Ubicada a 40 kilómetros del centro barilochense, esta Comisión de Fomento propone disfrutar una tranquilidad incomparable y respirar aire puro entre encantadores paisajes que conforman el marco ideal para practicar variadas actividades pensadas para los amantes de la naturaleza como el trekking, el ciclismo, la pesca o las cabalgatas, con el plus que le da el entorno mágico que lo rodea. 

Un viaje de sabores

Una vez en la zona se vuelve irresistible realizar la emocionante salida nocturna a la Estación Perito Moreno, un viaje a bordo del Tren Patagónico (que se reactiva a fin de mayo) que parte desde Bariloche al atardecer y arriba a destino a la hora justa para deleitarse con vino o chocolate caliente y alguna de las exquisiteces de la acogedora Casa de Té Aires de Campo. Eso sí, se recomienda dejar un poco de espacio para antes de volver disfrutar de la cena en la que los auténticos sabores regionales toman protagonismo a través de distintos platos que prometen poner a prueba los sentidos. La propuesta también puede realizarse independientemente visitando la casa de té durante las tardes otoñales al igual que el Quincho que abren sus puertas a los visitantes que lleguen en vehículo.

¿Cómo llegar?

Una de las alternativas más elegidas para llegar a la Cordillera rionegrina es vía aérea a través del Aeropuerto Internacional Teniente Luis Candelaria de San Carlos de Bariloche, a donde diariamente arriban vuelos provenientes de distintos puntos neurálgicos del país. Sin embargo, a la localidad también es posible acceder vía terrestre a través de las rutas 237 desde el Valle rionegrino, 23 desde la Costa Atlántica o 40 desde el sur del país.