El mamífero de tres años fue puesto en libertad y explorará su hábitat natural en los próximos días. La especie, en peligro de extinción, es característica de la yunga tucumana y un atractivo turístico para los amantes de la naturaleza.
Este lunes fue un día histórico y pleno de emoción gracias al paso adelante que dio el Proyecto Tapir, cuyo objetivo es reintroducir a una de las especies más importantes del ecosistema de Yungas. Es que, ante la mirada de autoridades gubernamentales y académicas, se inició la reintroducción de la especie en la naturaleza tucumana con la liberación de Sami, una hembra de 3 años que, a partir de hoy, inicia su proceso de adaptación en el Parque Sierra San Javier .
Del momento de la liberación participaron el senador nacional Pablo Yedlin, la vicepresidenta del Ente Tucumán Turismo (ETT), Elena Colombres Garmendia, el intendente de Yerba Buena, Mariano Campero, la decana de la Facultad de Ciencias Naturales e Instituto Miguel Lillo de la Universidad Nacional de Tucumán, Virginia Abdala, el director de la Reserva de Horco Molle, Juan Pablo Juliá, e integrantes del equipo del Proyecto Tapir.
“Este es el resultado de esa conjunción entre el interés social, la Universidad y la política pública en su instancia provincial y municipal”, enfatizó Colombres Garmendia, quien destacó que el desarrollo turístico depende de forma directa de la sostenibilidad y la sustentabilidad. “Lo que presenciamos el día de hoy es un ejemplo concreto de esta necesidad. Quienes nos visiten tendrán la posibilidad de ver un tapir y eso es parte de una experiencia natural que le agrega valor al destino”, subrayó la funcionaria.
Desde la Reserva, Juliá contó que el ejemplar fue rescatado “cuando tenía 3 meses de edad en un canal de riego en Ledesma, Jujuy, donde se estaba ahogando; luego fue derivada a la Reserva y ahí la criamos con mamadera”. Al mismo tiempo, el directivo hizo hincapié en la necesidad de seguirla de cerca durante estos primeros días “para ver cómo se comporta, reconoce el territorio y se adapta” al espacio en donde vivirá de manera permanente.
“Estamos viendo cómo a nivel mundial cada vez hay más turismo de naturaleza, visitantes que buscan el contacto y la visión de la fauna”, agregó Juliá, y explicó que los grandes mamíferos “son buenos incentivos turísticos y es algo que se puede trabajar, desarrollar y estimular porque representan experiencias maravillosas”.
“El tapir es una especie considerada paraguas porque, cuando se la protege, también protege a otras especies. Es un arquitecto del ecosistema y un actor fundamental de nuestro entorno, especialmente en las Yungas”, explicó Abdala. La decana de Ciencias Naturales contó que, previo a este día, “hubo un proceso de educación ambiental que duró 10 años, ya que había que instruir a la gente de los alrededores y a quienes practican la caza deportiva; ellos no solo se comprometieron a no cazar el tapir, sino a devolverlos si los ven perdidos”.
Por último, Abdala subrayó que “el turismo puede colaborar enormemente con la preservación, la protección y compartir experiencias de lo que significa tener un animal de estas características suelto en nuestra yunga”. “Al mismo tiempo, la actividad turística funciona como una herramienta que educa y permite entender la importancia de cuidar el medio ambiente y toda la riqueza que alberga, tanto en flora como en fauna”, concluyó.