En 2009 había fallecido su hermana y ya entonces el gobierno chileno había destacado su labor como depositaria y difusora de la lengua y tradiciones de su pueblo. Sus hijos no lo aprendieron de ella por temor a ser discriminados. Una de sus nietas, creó un diccionario, además de un libro de leyendas e historias originarias. Boric lamentó el fallecimiento.
A los 93 años murió Cristina Calderón, quien hasta este miércoles fue la última hablante nativa del pueblo Yagán, un pueblo originario habitante de los paisajes del extremo sur chileno. Lo anunció su hija, miembro de la Convención Constituyente en Santiago.
«Ha fallecido mi madre, Cristina Calderón, a los 93 años. Tengo una pena profunda por no estar con ella al momento de partir. Es una noticia triste para los yagán. Todo lo que haga en el trabajo en el que estoy, será en tu nombre. Y en él, estará también reflejado tu pueblo», dijo desde Twitter su hija, Lidia González Calderón, vicepresidenta adjunta en la Convención Constitucional.
Según indicó su hija en una carta póstuma divulgada el miércoles por la tarde, Calderón fue la «última hablante competente del idioma Yagán. Con ella se va también parte importante de la memoria cultural de nuestro pueblo».
Cristina «aprendió a hablar español a los nueve años, pero conservó el idioma yagán. Sus hijos no lo aprendimos de ella por el justificado temor a ser discriminados. A pesar de ello, fue su activa difusora», describió la hija según la agencia AFP.
«Junto a Cristina Zárraga, una de sus nietas, creó un diccionario, además de un libro de leyendas e historias originarias llamado Hai Kur Mamašu Shis”, que traducido significa “Quiero contarte un cuento».
Sus vecinos la llamaban «abuela Cristina», y se había convertido en símbolo de la resistencia cultural de los pueblos originarios chilenos.
Los yaganes son indígenas canoeros que poblaban los canales y costas de Tierra del Fuego y el archipiélago del Cabo de Hornos, en Chile y Argentina.
«Soy la última hablante yagán. Otros igual entienden pero no hablan ni saben como yo», dijo a un grupo de periodistas que la visitó en 2017 en la Villa Ukika, el lugar donde reside gran parte del casi centenar de descendientes yaganes que aún viven allí, a un kilómetro de la localidad chilena de Puerto Williams, la localidad más austral del planeta.
De rasgos marcados, cara ancha y piel morena, tras la muerte de su hermana Úrsula, el gobierno chileno la reconoció en 2009 como un «Tesoro humano vivo», destacando su labor como depositaria y difusora de la lengua y tradiciones de su pueblo.
Hasta sus últimos años de vida Calderón se dedicó a la confección de artesanías y logró traspasar a una de sus nietas y una sobrina parte del idioma yagán, un lenguaje no escrita, en peligro de extinción.
«Las generaciones más jóvenes también conocen la lengua yagán pero no al nivel de Cristina, entonces ahí va a haber una pérdida irreparable», advirtió hace cinco años el antropólogo Maurice van de Maele, en Puerto Williams.
El presidente electo Gabriel Boric, oriundo de Punta Arenas, la ciudad más austral de Chile, lamentó el fallecimiento de Calderón pero recalcó que «su cariño, enseñanzas y luchas desde el sur del mundo, donde todo comienza, seguirán vivos por siempre. Un abrazo gigante a toda su familia y Villa Ukika. No están sol@s», indicó en su cuenta de Twitter.
Fuente: Télam