Nacida a orillas del ferrocarril y marcada por el auge de los trenes que atravesó a Argentina entre fines del siglo XIX y mediados del siglo XX, Darwin resguarda una fuerte identidad ferroviaria que recupera a través del Museo Ferroviario, una institución que a través de distintos elementos e imágenes rememora los años dorados de la actividad y pone en valor la historia local.
Motivado por la organización de la primera Fiesta del Obrero Ferroviario, el Museo nació en 2010 con el objetivo de mostrar a la población, el material vinculado al ferrocarril y destacar su importancia no solo para la provincia, sino para la localidad que fue un punto estratégico de la vía que unía Bahía Blanca con Zapala y atravesó por completo la vida de sus habitantes. Hoy recibe a viajeros de martes a domingos de 8 a 12 y de 16 a 19 que se detienen a visitar esta joya a la vera de la Ruta 22.
Una historia de crecimiento
Aunque la primera estación se fundó en 1898, diez años más tarde debió construirse una nueva ya que la actividad se estaba haciendo cada vez más fluída, al punto que en 1934, con la población en ascenso, se levantaron casas para los trabajadores del ferrocarril.
Con esta identidad muy marcada, el museo se transformó en un lugar de exhibición donde actualmente se encuentran elementos que fueron aportados por vecinos o trabajadores que vivieron en Darwin y convirtieron a este espacio en uno de los más pintorescos e importantes que tiene la provincia y la Patagonia Argentina en su totalidad.
Se trata de una institución muy completa en la que están representadas todas las secciones ferroviarias que incluyen el galpón de locomotoras, material remolcado, la estación, vía y obra, así como también el sistema de salud, la Escuela Primaria Nº 34 y el Club Darwin que nacieron por la necesidad de las familias trabajadoras.
Asimismo en las instalaciones también hay fotos que rememoran la historia local y la actividad social propia de la época y algunos elementos únicos y originales que se conservan en óptimo estado y permiten viajar al pasado como un cubo de carbón que se utilizaba para abastecer las locomotoras a vapor y que tiene grabada la imagen de la reina de Inglaterra, teléfonos muy antiguos en excelente estado de conservación y unos sobres de papel en los que se comercializaban golosinas a bordo del tren.
Una vida vinculada al ferrocarril
Uno de los impulsores del Museo es Raúl Galván, quien actualmente está encargado de la atención al visitante: “Pasé mucho tiempo con ganas de hacer un Museo Ferroviario, así que fui guardando cosas de distintos lugares con ese objetivo. El ferrocarril para mi significa mucho porque mi padre era ferroviario, yo nací de las raíces ferroviarias, transité mi infancia en casas de la colonia ferroviaria, en contacto con el tren”.
Con el correr de los años, la vida de Raúl continuó ligada a sus orígenes: “Durante la adolescencia viajé muchísimo en los trenes de pasajeros y de carga con mi padre, que me llevaba a los viajes. Después entré a trabajar al ferrocarril, porque antes los hijos de ferroviarios teníamos prioridad para ingresar y yo aproveché esa oportunidad muy orgulloso. Me dediqué a las telecomunicaciones y si pudiese volver el tiempo atrás y elegir una actividad elegiría la misma porque aprendí muchísimo”, sostuvo.