El Consejo Mundial de Viajes y Turismo (WTTC, por sus siglas en inglés) reconoció la importancia del trabajo conjunto que los países requieren para conseguir destinos más resilientes y sostenibles, alcanzando un mejor y mayor desarrollo turístico a nivel global.
Ante nuevos desafíos globales, tales como la pandemia por COVID-19 o fenómenos como el calentamiento global, que causan temperaturas extremas, ningún destino turístico ha quedado exento de tener que ejercer cambios que garanticen a mayor medida su bienestar.
Julia Simpson, Presidenta y CEO del WTTC, señaló: «La crisis sanitaria ha tenido un impacto devastador, con afectaciones al sector de Viajes y Turismo en todo el mundo. Pero ciertamente no es el primer desafío para los destinos y sus ciudadanos. La pandemia nos ha enseñado que nunca se puede estar lo suficientemente preparado”.
Para ello, y a través del informe ‘Enhancing Resilience to Create Sustainability in Destinations’, creado conjuntamente con ICF, el WTTC diseñó cinco ejes de acción sobre los cuales la resiliencia es fundamentales para el correcto desempeño del sector turístico global. Las pautas señaladas en dicho informe son:
– Resiliencia ambiental: se focaliza en la capacidad de un destino para resistir y recuperarse de forma adecuada ante los daños naturales. Este tipo de resiliencia es particularmente necesaria para las playas, montañas, ríos y los bosques son un destino clave para los turistas.
– Resiliencia de la infraestructura: está relacionada directamente con los sectores de alojamiento y transporte, así como de instalaciones de soporte que permiten que la economía turística funcione de forma eficiente; lo que significa que los destinos deben garantizar que su infraestructura sea segura y eficaz para los viajeros. En este punto se contemplan los procesos para enfrentar crisis infraestructurales, tales como simulacros de evacuación.
– Resiliencia energética: se refiere a la capacidad con lo que cuenta un destino para garantizar un abastecimiento de energía eficiente. Este tipo de resiliencia tiene como principal objetivo permitir que el destino funcione sin problemas, y proporcionar un nivel constante de servicio a los viajeros al tiempo que garantiza que las poblaciones locales no estén en desventaja por el intercambio de recursos.
– Resiliencia económica: se divide en dos definiciones, una de ellas se refiere a la capacidad de un destino para sobrevivir a una crisis en dicha materia, mientras que la otra se enfoca en el entorno operativo de las empresas.
En este punto destaca la necesidad de políticas reactivas, mismas que han surgido por el impacto que causó la reciente pandemia sanitaria. También se recomienda implementar políticas proactivas encaminadas a la capacitación para lograr mejorar la resiliencia económica.
– Resiliencia social: se enfoca en que las personas y entidades desarrollen la capacidad de saber enfrentar los problemas ambientales, económicos y sociales (amenazas). Esto tiene relación directa con garantizar que aquellos que no pertenecen al sector de viajes y turismo no se vean afectados por dicho sector. En caso de una crisis las necesidades de la sociedad local deben ser prioridad y así evitar la “resistencia” al turismo.
Por último, el informe ofrece recomendaciones identificadas como clave para que los destinos en su viaje mejoren su resiliencia: desarrollar modelos de gobernanza exitosos, garantizar la propiedad y el valor compartido, y prepararse para el próximo shock.
En 2019, la contribución del sector de viajes y turismo al PIB fue del 10.3% (9.6 billones de dólares), cayendo al 5.3% (casi 4.8 billones de dólares) en 2020 cuando la pandemia estaba en su apogeo, y sufrió una asombrosa pérdida del 50%.
El último informe EIR del WTTC también reveló que 2021 vio el comienzo de la recuperación para el sector global de viajes y turismo. Su contribución al PIB incremento un 21.7% interanual, hasta alcanzar más de 5.8 billones de dólares.