Se trata de varios esqueletos de dinosaurios herbívoros encontrados en rocas de más 70 millones de años, en los que se incluye una nueva especie denominada “Menucocelsior arriagada”.
Estos fósiles serán resguardados en el Museo Patagónico de Ciencias Naturales dependiente de la Secretaría de Estado de Cultura de Río Negro.
El descubrimiento se produjo durante una expedición científica a unos 50 kilómetros al sur de General Roca en campos privados. Allí, el equipo de trabajo coordinado por el paleontólogo argentino y explorador de National Geographic, Mauro Aranciaga Rolando, encontró cientos de fósiles pertenecientes a toda una fauna y flora nueva para la zona; entre los que se destacan al menos cuatro tipos distintos de Saurópodos (dinosaurios hervíboros de cuello largo).
Estos restos, que incluyen desde vertebras, costillas, elementos de los pies hasta osteodermos (enormes bloques de hueso que estos animales portaban en la piel a modo de defensa), pertenecieron a animales que alcanzaban entre los 8 y los 15 metros de largo aproximadamente dependiendo del ejemplar.
Dentro de ellos, se recuperaron los restos de una nueva especie denominada “Menucocelsior arriagadai”. Su nombre hace referencia, primero, a los Menucos (enormes cuerpos de agua presentes en la zona), a su enorme tamaño (Celsior significa “grande” en latin), y segundo, a la familia Arriagada, dueña del campo donde han sido encontrados los restos.
“Menucocelsior” perteneció al grupo de los titanosaurios que convivió con al menos otros tres tipos distintos de saurópodos. Dos pertenecientes al grupo de los saltasaurios, siendo un ejemplar mucho más grande que el otro (y seguramente de una especie distinta) y otro al grupo de los aeolosaurios.
Esta gran diversidad de dinosaurios apoya al conocimiento previo que se tiene sobre los ecosistemas de finales de Cretácico, que estaban constituidos por bosques o selvas exuberantes comladas de pequeños mamíferos, aves, serpientes, lagartos, dinosaurios y otros reptiles hoy extintos como los pterosaurios.