Desde su primer viaje en 1963, la fragata ARA “Libertad” ha sido un referente indiscutible de Argentina y un ejemplo de la navegación a vela.

En navegación – La fragata ARA “Libertad” es conocida también con el nombre de “Embajadora de los Mares”. Desde su nacimiento ha surcado mares y océanos portando el emblema nacional a tope y promoviendo los valores de la Nación.

En su historial cuenta con más de 1.102.094 millas náuticas (2.041.078 km), lo que equivale a 51 vueltas al mundo. Ha visitado 69 países, recalando en 167 puertos diferentes y contabilizando 650 amarres.

A lo largo de seis décadas, pasaron por sus cubiertas miles de guardiamarinas en comisión que completaron su formación para egresar como Oficiales de la Armada Argentina.

Durante cada travesía, la tripulación de la fragata enfrenta diversos desafíos y asume responsabilidades que requieren destreza, trabajo en equipo y profesionalismo. Desde el mantenimiento y operaciones del buque hasta la navegación y la seguridad.

Posee cuatro palos (trinquete, mayor, mesana y bauprés) de acero formados por 2 tramos, macho y mastelero. Su velamen está compuesto por 27 velas: 11 cuchillas y una cangreja en el palo mesana, con botavara metálica. De aquellas, 5 son foques, 3 estays del palo mayor y 3 estays de mesana. El resto son 15 velas cuadras, distribuidas en 5 vergas por palo. Su velamen completo es de 2.652m² y es capaz de desplazar 3.635 toneladas sobre el agua.

La navegación a vela permite un uso sostenible y economicidad de combustible, además de brindar una experiencia práctica profesional única para los Guardiamarinas que se adiestran a bordo durante cada Viaje de Instrucción.

Navegando a vela El toque del silbato marinero durante la navegación de la “Libertad” indica que se dará inicio a las maniobras en cubierta para desplegar sus velas. Varios factores influyen para que esta acción sea posible: la intensidad del viento, el clima y las corrientes de marea. Estas maniobras están bajo las directivas y la mirada atenta del Jefe de Cubierta, Capitán de Fragata Mauricio Sosa.

El Contramaestre General, Suboficial Mayor Mario Pérez que, a través de diferentes toques del silbato, retransmite esas órdenes a los demás Contramaestres, ubicados al pie de cada mástil. Allí trabajan equipos constituidos por 15 marinos, entre ellos suboficiales y cabos, a los que se suman los Guardiamarinas en comisión.

Los gavieros, en su mayoría cabos, cuentan con condiciones físicas (aptos médicos) para trabajar en las alturas y ejecutar las maniobras impartidas por el silbato, como aferrar (colocar los paños de vela en las vergas), cazar (desplegar las velas), cargar (recoger las velas) o bracear (girar las vergas de una banda a otra), entre otras.

Como parte de la tradición, el equipo que compone cada mástil tiene un nombre particular y llamativo: los “tigres” del palo trinquete por su velocidad en alcanzar y realizar las maniobras; las “tortugas” del palo mayor, que al tratarse del palo más alto y con velas de mayores dimensiones, suelen demorar más tiempo en concluir las faenas marineras, y los “cuervos” del palo mesana, ya que dicho mástil, al estar en popa, se tiñe con el hollín de la chimenea, otorgándole el característico color negruzco de dicho ave.

Durante la pierna de Salvador de Bahía (Brasil) a Puerto España (Trinidad y Tobago), se presentaron condiciones hidrometeorológicas favorables que permitieron cazar la totalidad de las velas.
Durante este recorrido, se alcanzaron velocidades de hasta 14 nudos (26 km/h), una oportunidad propicia para correr una nueva edición de la regata Boston Teapot, una competición tradicional para este tipo de veleros.

Cuando las velas se cazan, se conforman brigadas, compuestas por personal del departamento de Cubierta, que inspeccionan constantemente el buen funcionamiento de los paños durante 24 horas. Cada miembro de esta guardia, además de desempeñar un papel vital en el éxito de la navegación, tiene tareas asignadas que son fundamentales para mantener la integridad, la imagen y la seguridad de la embarcación.

Haciendo historia a través de los mares del mundo

La fragata ha participado en numerosas competencias internacionales y ha obtenido cientos de reconocimientos, dejando una huella imborrable en cada puerto que visita.

En 1966, estableció el récord mundial de velocidad en el cruce del Atlántico Norte a vela. Ha ganado en 9 ocasiones el “Boston Teapot” (1966,1976, 1981, 1985, 1987, 1992, 1998, 2000 y 2007), un premio otorgado por la “Sail Training Association” al velero que, con más del 50 por ciento de su dotación en instrucción, recorre la máxima distancia posible en 124 horas de navegación a vela.