La empresa Boeing aún investiga la causa del incidente del viernes pasado en el avión de Alaska Airlines, cuyo presidente, Dave Calhoun, aseguró que quiere «saber qué falló» en las inspecciones. El reventón de un panel de una las puertas de un avión nuevo ha vuelto a poner a Boeing en el ojo de la tormenta.

Según consignó ElPais.com la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) ha cancelado cientos de vuelos con aviones Boeing 737-9 MAX desde la noche del viernes, cuando un panel de la cabina estalló en una aeronave de ese tipo durante el vuelo 1282 de Alaska Airlines, una de las 11 aerolíneas que cuentan con aviones de este modelo.

Un trozo de fuselaje se desprendió del lado izquierdo del avión cuando ascendía desde Portland (Oregón) en ruta hacia Ontario (California), lo que obligó a los pilotos a dar media vuelta y aterrizar sin novedad con 171 pasajeros y seis tripulantes a bordo. El avión llevaba en servicio tan solo ocho semanas.

La FAA dijo que su Directiva de Aeronavegabilidad de Emergencia afectará a aproximadamente 171 aviones. Boeing ha entregado un total de 218 MAX 9 en todo el mundo. Siendo United Airlines la aerolínea que cuenta con más aviones de este modelo, con un total de 79. Le sigue Alaska Airlines, con 65 aeronaves.

Según informes locales, Copa Airlines y Aeroméxico, las aerolíneas de Panamá y México, que cuentan con 29 y 19 aviones Boeing 737 Max 9 respectivamente, suspendieron las actividades de estos ejemplares tras el incidente de despresurización de Alaska Airlines. Turkish Airlines también retiró de operación su flota de cinco aviones Boeing 737 MAX 9 para examinarlos, declaró Yahya Ustun, el portavoz de la compañía en la plataforma de medios sociales X, antes Twitter.

La Agencia de Seguridad Aérea de la Unión Europea ha respaldado la directiva de la FAA, subrayando que ninguna aerolínea de los Estados miembros de la UE opera actualmente un avión con la configuración especificada. Un regulador británico de seguridad aérea declaró que cualquier operador de 737 MAX 9 debe adherirse a la medida de la FAA para acceder a su espacio aéreo.

La decisión de la FAA no llega a ser una prohibición total e indefinida de seguridad comparable a la inmovilización en tierra de todos los aviones de la familia MAX hace casi cinco años. Sin embargo, supone un nuevo golpe para Boeing  en su intento de recuperarse de las crisis consecutivas de seguridad y de la pandemia de las deudas masivas.

Desde el incidente, las acciones de Boeing han caído un 8,03%, el equivalente a una pérdida de valor de unos 13.000 millones de dólares (unos 12.000 millones de euros). Sin embargo, La mayor caída es la que ha afectado a Spirit AeroSystems, con sede en Wichita (Kansas), el fabricante del panel que se desprendió del fuselaje, cuyas acciones han sufrido caídas cercanas al 15% en los primeros compases de negociación y han cerrado con una bajada del 11%.