Con un show de casi tres horas llevado a cabo a orillas del Canal Beagle, en el Fin del Mundo, la banda brindó un recital épico, de esos destinados a quedar grabados para siempre en la memoria de sus protagonistas y la de sus seguidores, así como en la historia del rock argentino.

Bajo el frío y por momentos la lluvia, a 3.000 kilómetros de Buenos Aires y a orillas del Canal Beagle, en el Fin del Mundo, La Renga brindó la noche de etse sábado un recital épico, de esos destinados a quedar grabados para siempre en la memoria de la banda y sus seguidores, así como en la historia del rock argentino.

Con un show de casi tres horas llevado a cabo frente al hangar de la Base Aeronaval de la ciudad de Ushuaia, en Tierra del Fuego, el grupo liderado por Gustavo “Chizzo” Nápoli hizo delirar a una multitud de 20.000 personas que durante más de diez días antes habían comenzado a llegar desde distintos puntos del país.

Banderas, paraguas, humo rojo y saltos imprescindibles para soportar las bajas temperaturas y el viento sur llegaron a su clímax a las 21.56, cuando se escucharon a pura potencia los acordes de “Tripa y corazón”, el primer tema del recital que fue transmitido en vivo por la plataforma de streaming Star+ para toda Latinoamérica.

“Una cosa es decirlo y otra vivirlo. Que emoción es estar hoy acá, amigos”, reconoció “Chizzo” desde el escenario incrustado sobre la puerta de un hangar, cuyo frente sirvió de pantalla para la proyección de imágenes y de luces.

La puesta en escena del show y el sonido no relegaron ni una milésima de calidad respecto de otras presentaciones de la banda en los grandes centros poblados del país y del mundo, a pesar de la enorme tarea logística que significó el traslado de los elementos por miles de kilómetros, atravesando, incluso, el paso obligado por Chile y el cruce del Estrecho de Magallanes.

Con este primer recital en Tierra del Fuego, La Renga también completó el mapa del país: era la única provincia donde nunca habían tocado.

Cuando sonó “Buena Pipa”, la segunda canción del show, apenas había anochecido a orillas del Beagle, y las banderas de fanáticos del conurbano bonaerense, de Chaco, de Santa Fe, de Salta, de Neuquén y de otros tantos sitios distantes entre sí se mezclaban en un todo de comunidad organizada.

Cerca de las 23, el público estalló ante el hit “Balada del diablo y la muerte”, y media hora más tarde con “El revelde”.

A la medianoche, con casi dos horas ininterrumpidas de recital, otro punto de euforia colectivo se produjo con la versión de “El final es en donde partí”, tema al que siguió “Oscuro diamante” y después “Panic Show», cantado como siempre y donde el vocalista deslizó «ojo Milei» aludiendo a la utilización del tema durante la campaña electoral por parte del ahora mandatario electo Javier Milei.

Después de “La razón que te demora”, “Chizzo” hizo uno de los pocos altos del concierto para volver a agradecer a “los que vinieron de todos lados, en avión, en auto o en moto” y a los que “se bancan la lluvia”, porque si algo le faltaba a la épica del momento era el agua que comenzó a caer con bastante intensidad en el Fin del Mundo.

La voz de La Renga también recordó el genocidio Selk`nam, el pueblo originario de la provincia que perdió a la mayoría de sus habitantes entre la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX, con la llegada de los europeos, y que en la provincia se recuerda los 25 de noviembre, con un día feriado.

Y a propósito de efemérides, el aniversario de la muerte de Diego Armando Maradona también fue recordado por una enorme bandera con el número 10 que flameó durante toda la noche por el centro de la muchedumbre.

“Los mismos de siempre”, como se autodenominan los fanáticos de la banda originaria del barrio porteño de Mataderos, solo salieron de su repertorio de canciones de cancha adaptadas a sus ídolos para hacer alusión a su presencia en el Fin del Mundo y para dejar aflorar el sentimiento por la causa Malvinas que inunda a los pobladores fueguinos.

Acaso por ello, el hit “Y ya lo ve, el que no salta es un inglés”, fue por lejos el entretenimiento más utilizado por los fans para hacer pasar las horas interminables previas al espectáculo.

La llegada de los “rengueros” transformó la fisonomía habitual de Ushuaia y obligó a las autoridades a tomar medidas para asegurarles alojamiento, como la habilitación de zonas especiales para acampar.

También fue necesario habilitar puestos de comida ambulante, baños públicos y reforzar medidas de seguridad.

Los viajeros se lanzaron a aventuras impredecibles que incluyeron soportar los vientos patagónicos a través de cientos de kilómetros por la Ruta Nacional Nº3, pasar por Chile y regresar al país al norte de la ciudad de Río Grande, para continuar viaje hasta Ushuaia atravesando antes el paso más austral de la Cordillera de Los Andes.

Algunos adelantaron sus vacaciones, dejaron trabajos pendientes o directamente aprovecharon la oportunidad para montar sus puestos de venta de artesanías.

Otros como Carina Rostagno y Pablo Menseguez convirtieron su luna de miel en un viaje de aventura en moto para seguir a la banda de rock a la que ambos consideran parte de su vida.

Después de “Hablando de la libertad” y de un “Gracias Ushuaia, nos vemos la próxima”, el “banquete” como bautizan los fanáticos a cada recital se dio por concluido, y los miembros de la emblemática formación de hard rock bajaron del escenario para saludar a un público enfervorizado.

Fue el final de una noche legendaria en el Fin del Mundo, de esas que costará mucho dejar de recordar.

Fuente: Télam
Crédito Foto: Cristia Urrutia