La Feria Internacional de Turismo – FIT 2021- tuvo, podría decirse, un regreso triunfal; ya habíamos presenciado los fracasos de otras importantes ferias a nivel mundial pero es bueno destacar que la organizada en Argentina no tuvo nada que envidiarle -aunque con algunos metros cuadrados menos- a las mejores antes de la pandemia. Pero hubo una excepción.

Transcurría el domingo y ante el desánimo, un funcionario miraba a su alrededor y exclamó: «nuestro stand es un mal trabajo práctico de una escuela técnica», y no estaba muy lejos de ese concepto. La provincia de Buenos Aires acababa de exhibir al mundo turístico el peor stand de la historia en una FIT (cumple 25 años y habrá que hacer un gran esfuerzo para igualar algo peor). Chato, con mal gusto, malas terminaciones y paredes sin plotear, un escenario y la aplicación ReCreo como la estrella del evento; mas allá de que la mayoría de los casi setenta municipios que participaron no tenían un escritorio fijo y pujaban por un lugar cada mañana, como le tocó a Luján, en una escena que quedará por siempre en las retinas, uno de los mayores centros de peregrinación del mundo, en una mesita ratona, con una imagen de la Virgen, y una mujer aburrida esperando que lleguen las 21 para cerrar la feria.

La calidad del stand va casi en sintonía con la calidad de los funcionarios del «club de amigos» del ministro de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica bonaerense, Augusto Costa, del cual depende Turismo y que todavía no entendieron que se trata de la provincia que mas visitantes convoca a nivel nacional, mientras se embriagan de ego con una soberbia supina, viendo desangrar una diabética herida provocada por las elecciones legislativas que tiñeron de amarillo un territorio que había sido «devastado» por María Eugenia Vidal hace apenas dos años.

Vale aclarar que no está mal rodearse de amigos o personas de confianza en la gestión pública, siempre que los resultados coincidan con los objetivos propuestos.

Si querían hacer un stand peor, no lo hubieran logrado ni poniendo al frente a un militante infiltrado del PRO; aunque sus vecinos de la Región Buenos Aires, los porteños comandados por los Larretas Boys, exhibían un stand de jerarquía y con el humo que los caracteriza -porque en eso son especialistas- se mostraron como sólidos en gestión ante una improvisación bonaerense que daba pena. Paradojas si las hay, el gobierno provincial que mas asistencia brindó al sector turismo en plena pandemia: hotelero, gastronómico, cultural, etc, daba una sensación de abandono por culpa de sus funcionarios mediocres y el de Rodríguez Larreta que no invirtió un solo centavo en asistir al sector, dejando a empresarios y prestadores a la buena de Dios, brindó una imagen brillante.

A veces nos preguntamos que pasaría si el Ministerio de Salud tuviera como titular a un tornero? seguramente sería un escandalo; ahora bien, porque naturalizamos y permitimos que un cargo ejecutivo de turismo sea ocupado por un abogado/a, un ingeniero/a, un economista o un arquitecto/a entre otros lamentables ejemplos en lugar de ser un idóneo o un licenciado en Turismo? Ese es el debate que nos merecemos y no otro.

El cantante gesellino le puso onda al stand en la noche del domingo

El mal humor de los representantes municipales no tardó en llegar, era de propios y ajenos; los de Juntos por el Cambio querían hacer dulce ante el desastre, pero un oportuno comentario los volvió a la planicie del stand: «tampoco cacareen tanto que la tuvieron a la impresentable de Pikielny (la secretaria de Turismo de Vidal) dos años y bien que cerraron el pico». La cosa se picaba, y los trapitos al sol asomaban de un lado y del otro. Mientras se peleaban por el espacio. En una mezcla rara entre un film de Federico Fellini y un tango de Enrique Santos Discépolo, el bizarro espectáculo invitaba a un cambio de autoridades urgente. Un show aportado por Villa Gesell, «salvó la ropa», cuando un cantante, de gran experiencia en fiestas, hizo bailar a todo el que pasaba por el lugar, incluso hasta una persona disfrazada de dinosaurio que promocionaba a la provincia de Neuquén. Eso cambió el humor de los presentes al finalizar el día y sacó del letargo al aburrido stand. Aunque algunos seguían con caras largas.

Esos desaciertos nos llevan a la reflexión, y en ese ir y venir de ideas y pensamientos, llega a nuestra mente la imagen de Domingo Mercante, y nos preguntamos que hubiera dicho ese gran gobernador bonaerense, precursor del turismo masivo en la provincia, ante este desastre. Tal vez por su ímpetu y determinación le hubiera pedido la renuncia a cada uno de los funcionarios que integran el área de turismo (para no decir los hubiera echado a patadas). Seguramente Axel Kicillof, a quien nadie puede decirle que no hace lo que tiene que hacer y a pesar de la pandemia está acomodando la Provincia, hubiera pensado lo mismo que Mercante, pero no estuvo en la FIT (como si lo hizo Larreta) y no sabemos cual es el parte que le pasan de como está todo. Sería bueno que el Gobernador sepa que turismo está pésimamente manejado y que merece ser un Ministerio lejos de Costa, con autoridades que sepan de que se trata esta actividad y no un grupito de improvisados que están mas cerca de una débil gestión alfonsinista que de la encomendada por un vigoroso mandato nacional y popular. Alguien debe decirle eso al primer mandatario bonaerense.

Todavía hay quienes creen que el turismo es «joda», y quizás haya un problemita para comunicar que de ello viven mas de 1.200.000 familias; que actuar displicentemente como si todo estuviera bien cuando la realidad los lleva puestos es por lo menos, además de una inconsciencia, una falta de respeto muy grave. Los funcionarios que no funcionan, deberían dar un paso al costado por propia decisión y por vergüenza si es que sus «amigos» de mas arriba se empecinan en sostenerlos mas allá de la mala gestión y los pésimos resultados.